sábado, 12 de noviembre de 2011

De niña


De niña,

la voz esquizofrénica de mi padre,

la voz alcohólica de mi madre,

sus manos aferradas a mis muñecas,

tirando cada una hacia lados contrarios,

como si yo fuera un pelele

salomonicamente repartido.

Así conocí la vergüenza agena y propia.

Un día hallaron su cadáver olvidado,

su cerebro reseco esparcido por el cuarto...

Otro día

su gran cuerpo intoxicado y embalsamado en larios

cayó sobre mi cuerpo mínimo

como un escombro.

Aún resuenan en mí ambos estruendos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario