lunes, 4 de julio de 2011

CONFESIONES


Confieso que he vivido,

aunque no lo suficiente,

que las religiones me dan pena

y la muerte me da risa.

Confieso que me llevaron

más de una vez en taxi al piso

y al día siguiente

no me acordaba de nada.

Confieso haber comprado

mil cosas inútiles

a precios inútiles

y haberme sentido importante

por tener un objeto bello,

que me gusta tragarme mis miserias

y acabar de vez en cuando

a la 6 de la mañana

llamando herman@

a algún desconocido@.

Confieso que lloro, claro, como tod@s,

aunque aprendí a hacerlo para adentro

y no molestar así a los vecinos.

No es ningún secreto

que escondo perlas de sal

en cuevas donde nadie

podrá nunca admirarlas,

que tengo la edad perfecta

para pasar de largo

por mi segunda adolescencia.

Confieso que después de jugar limpio

contra el sistema

el sistema me pateó las costillas,

y sus hombres de paja

se rieron en mi cara

y ni los abogados pudieron parar

su tromba de pedradas,

también confieso

que os la tengo

guardada.